ARQUITECTURA



¿Dónde está el sentido de la arquitectura?

Por Andrea Ortega Esquivel
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Templo del Sagrado Corazón Campus San Joaquín de Teodoro Fernández. Fuente: Andrea Ortega.

Todo arquitecto (como el artista que supuestamente es) pretende alcanzar un sentido con su obra… No voy a darle más vuelta al tema, sabemos que no es así por que el “todo arquitecto” no existe. Y si estoy equivocada será por que no sé qué lenguaje utilizan los sentidos de las arquitecturas que se me cruzan en mi ordinario caminar (o mis sentidos no los entienden aun).

En la introducción del texto Arquitectura reciente en Chile: las lógicas del proyecto, Horacio Torrent clasifica las distintas lógicas proyectuales de la arquitectura reciente. Una de estas lógicas (la que importa) es la lógica de los sentidos, la que crea la arquitectura con sentido, la que trasciende más allá de su finalidad.

La arquitectura con sentido se entiende cuando su accionar va más allá de lo obvio. Al no estar al servicio de algo y al alejarse de lo impuesto por el programa, las formas y los materiales aparecen para entregar naturaleza concreta a la experiencia.

Sin ser el templo imponente que da miedo (más bien, pasando muy piola) el Templo del Sagrado Corazón del Campus San Joaquín, se trata de un espacio que se entiende a través de la lógica de los sentidos. Estando allí, no es necesario abstraerse para entender los significados, en ella lo material da valor a lo inmaterial como creador de ambiente y el observador (o usuario) no entiende la obra ( y menos la interpreta) solo la vive:

La ligera pendiente del suelo + el juego del plano de agua que refleja lo construido + el pliegue del techo por toda su extensión + las distorsiones provocadas por la curvatura del muro, proponen una intensidad figurativa que el ojo no arquitectónico ordinario ignora en favor del recorrido (ver foto).

¿Cómo es posible que el ojo común ignore este sacro-espacio arquitectónico y siga su recorrido? Por que este tipo de obras permite liberarse de la atención, por que en principio no la han reclamado, ya que el sentido de la arquitectura con sentido no está en los elementos neo-post-avant-garde nombrados anteriormente. De hecho solo a nuestro ojo perturbado le interesan estas cosas (que no importan), sino por que el primer acto de sentido, estuvo en la lógica inicial del proyecto: los recorridos preexistentes del lugar se materializaron en líneas que hoy determinan la forma de la capilla.

A través de sus geometrías aparentemente arbitrarias, el ojo ordinario entendió la lógica inicial del proyecto, entendió el sentido arquitectónico y siguió las líneas de recorrido. Mientras nosotros (los del ojo perturbado) le sacamos la foto al sacro-espacio (creyendo que encontramos “the real sentido”) y permanecemos (¡en un lugar de circulaciones!) en vez de seguir por el sentido.

Qué aberración, qué ilógicos, qué sin-sentido nos ponemos al pensar en sentido de las cosas, más aun si se trata del sentido de la arquitectura. Mejor no pretender alcanzar un sentido en la arquitectura, si no por el contrario, partir con el sentido de la lógica proyectual, es decir, proyectar la obra desde los sentidos, pero volver a tener ojo ordinario, volver a no entender, para vivir su sentido.


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